La dieta secreta de mi entrenador personal.
Sé que debo ir al dentista. Hace tiempo que me duele una muela, pero voy retrasando mi cita. No me apetece que me echen la bronca de que no me cepillo bien los dientes, que tenía que ir mas a menudo, hacerme revisiones… No, no, paso. Y eso, es un poco lo que me pasó al principio con el tema de la dieta y Venancio. Él me pidió que hiciera una tabla en la que recogiera todo lo que comía a lo largo de una semana, y luego él marcaría mi cambios de hábitos alimentarios. Pensé en engañarle, pensé en poner cosas que no como para evitar las charlas o las broncas… .. Pero estaba claro, que, igual que al dentista, el se daría cuenta de lo que estaba haciendo bien y lo que estaba haciendo mal. Y, al final, eso es lo positivo para mi.
Lo que mas me preocupaba era que me impusiera una dieta de esas milagrosas, que circulan por foros de internet: claras de huevos, batidos milagrosos, o suplementos de esos que corren por los vestuarios de los gimnasios. Luego me inquietaba que me prohibiese cosas. Esos alimentos que hacen que el comer, sea un placer mas que un deber. Pero nada de eso. Ni prohibir ni exigir. Venancio cree en el cambio de hábitos, en algo que debe ser sostenido a lo largo del tiempo; es decir, sin tener que contar los días que nos faltan ni pesar los gramos de lo que comemos. Es muy difícil, por no decir imposible, ser constante con algo que no nos gusta. Y Venancio, al que se le nota que ha sido monaguillo antes que fraile, es bien consciente de eso.
Tras estudiar mis hábitos alimentarios, Venancio toma varias medidas. Son sencillas, muy sencillas, pero a mi nunca se me habían ocurrido: primero me retira los lácteos. Adiós a mis queridos yogures, que poblaban toda mi cuadricula semanal. Me deja la leche en el café de la mañana, ya que para mi tiene la categoría de sagrado. Incorporación de los frutos secos, tanto para desayunar como en la merienda. Desayuno más potentes, con fruta e hidratos. Legumbre, pasta y arroz para comer los días de entreno. E intentar cenar proteínas (huevos, pollo, pescado) con guarniciones ligeras. Poco más. Cabe en dos líneas. A mi me parece casi un milagro, de tal modo que antes de escribir este articulo le pregunto si puedo contar su “dieta secreta”. “¿Secreta?” Me mira sorprendido. “Pero si esto ya lo sabe todo el mundo…”.
Luis Pérez