A mí, de siempre, me han gustado mucho los anuncios de la “teletienda”. Adoro esos anuncios del “antes” y el “después”, especialmente cuando el “antes” es catastrófico, infausto y calamitoso, y el “después” es tan milagroso como sospechoso. ¡Oh, si! esas comparaciones tan estrambóticas, como lo difícil que eran cortar las frutas antes de los cuchillos Ginsung, o como se desparramaban las carnes antes de conocer los Pantys Push Slender. Por eso, cuando Venancio me propone protagonizar uno de esos videos mostrando mi “antes y después”, primero me resulta cómico y finalmente, me sorprende. “¿Qué pasa? ¿No estas orgulloso de tu cambio?” me pregunta Venancio al notar poco entusiasmo ante su idea. Y es que quizá no había sido plenamente consciente de lo drástico de mi cambio. Aunque lo iba a empezar a descubrir bien pronto…
Venancio me pide una foto antigua, a cuerpo entero para poder compararla con la actualidad. Empiezo a buscar, carpeta a carpeta del ordenador, y no encuentro nada. En algunas me tapo con la toalla, en otras me escondo detrás de alguien. Y es que ya se me había olvidado que, antes de empezar a entrenar, prefería no salir en las fotos. Y menos sin camisa y de cuerpo entero. Al final encuentro una del verano pasado, salgo lejos, de refilón, sin ser demasiado consciente de que me hacían la foto. Vaya, ese era mi “yo” de antes. Y no hace tanto tiempo y ya se me había olvidado. Punto para ti, Venancio.
Y es que ese es el otro motivo por el cual no he sido demasiado consciente del cambio: el poco tiempo que ha pasado desde empecé. Han sido solo 3 meses, poco más de 40 entrenos. Es cierto que han sido duros, que había días que me daba pereza ir a entrenar, pero en general no tengo la sensación de haber hecho grandes “sacrificios” para conseguir estos resultados tan visibles. Quizás, con la perspectiva del tiempo, ahora veo que lo que realmente me costó fue comenzar, ponerme en contacto con él después de haber estado tanto tiempo dándole vueltas. Probablemente ese fue el gran cambio, el pasar de “pensarlo” a “hacerlo”.
Así pues, hasta que he visto el video realmente no he sido consciente de todo lo que he cambiado en tan poco tiempo. Y además, mi concepto del «antes y después», medio tramposillo, no ha sido como los que salen en la teletienda, ya que hay muchas cosas, quizás las mejores, que no se pueden ver en un video. Porque el cambio no ha acabado y ahora viene el después del después; Gracias Venancio, ya que nunca había estado como ahora y ese si que es cambio que quiero que dure siempre.