«Algún día tenía que empezar. Llevaba ya mucho tiempo dándole vueltas a lo de buscarme lo que ahora llaman un “personal trainer”, pero era la típica cosa que acababa retrasando para otro día. Yo seguía cómodamente en mí día a día: iba un ratito al gimnasio, hacía las clases que me gustaban y, de vez en cuando, me planteaba si realmente estaba consiguiendo mejoras con todo el tiempo dedicado al deporte. Y estaba claro que no. Seguía levantando los mismos pesos que al principio de los tiempos, y en mi cuerpo, para ser sinceros, no había grandes cambios. Por eso me rondaba la idea del entrenador personal.
Al final, casi me encontró él a mí sin buscar. Había comentado a mi circulo cercano mi idea de empezar “en serio” con un entrenador personal, y me recomendaron uno de confianza. Seguramente, si no hubiera sido así, una persona “de confianza”, nunca me habría atrevido a dar el primer paso necesario. Así que dicho y hecho, una primera reunión me sirvió para darme cuenta de que había encontrado la horma de mi zapato. Me gustaba incluso su nombre: Venancio. Nada de Max, Mike, ni nombres así como de un catálogo de modelos. Venancio es cercano, próximo, y no es uno de esos entrenadores que parecen salidos de un telefilme norteamericano. Y eso me gusta.
En esa primera reunión con él, ya vi que mucho de mis temores –o casi prejuicios- desaparecían. Venancio no me pesó, sino que me midió, y calculó mi porcentaje de grasa corporal. Nada de esa obsesión que esta tan de moda por el gramo y el kilogramo. Ahora mediremos los centímetros y los tantos por cientos. Me explica que, básicamente, tengo que cambiar mi grasa por músculo, y que por tanto, podría ser que mi peso realmente no tenga muchas variaciones a lo largo de este tiempo. Aunque mi cuerpo si que los tendrá.
Tras eso, le indico un poco cual es mi dieta. Venancio no se tira de los pelos, ni se saca de la chistera nuevas y revolucionarias “dietas”. De hecho, él no me habla de dietas, sino de hábitos. La clave es empezar a pensar en “como” y “cuando” comemos, más que en el “que”. Dicho de otra forma, es como si yo estuviera poniendo todas las piezas de un puzzle en un sitio incorrecto. Las piezas están bien, pero hay que empezar de cero y reordenarlo de nuevo. No me “prohíbe” nada de forma taxativa, ni me obliga a comer cosas raras o que no me gusten.
Venancio, por lo tanto, no cumple con el estereotipo que yo tenia formado del personal trainer. Cuidar la alimentación y ejercicio. No hay más, ni trucos ni cosas extrañas. Eso que suena tan sencillo, pero que yo he sido incapaz de hacer sólo. Pero, tranquilos, que ya hemos tomado medidas.»
Luis Pérez