Mi entrenador personal vs las básculas
A estas alturas, cuando ya llevo más de dos meses entrenando con Venancio me empiezo a dar cuenta que algunas de sus aparentes extrañezas, casi excentricidades, ya las he hecho mías. Recuerdo que una de las que me llamó más la atención al principio, fue su absoluto desprecio por la báscula: en sus instalaciones no encontraréis ni una y muy pocas veces os preguntará vuestro peso. Mi entrenador personal no cree en esa obsesión, que se vuelve dictadura, de los kilos y los kilogramos. Sin embargo, si que es habitual que le veáis armado con una cinta métrica, de esas de sastre, en los bolsillos, y que la desenfunde cuando menos os lo esperéis.
Y es que el planteamiento es bien sencillo: el músculo pesa más que la grasa, pero ocupa menos volumen. Por lo tanto, es fácil imaginar las contradicciones que eso puede ocasionar en alguien que esta buscando la tonificación o el desarrollo muscular. Puede “verse mejor”, pero luego comprobar como la báscula se le dispara por las nubes. Por lo tanto, lo que realmente hay que valorar, medir y cuantificar es la composición corporal. Para eso, Venancio acostumbra a hacer un control completo a principios de cada mes, y otras más “estimativas” cuando menos te lo esperas.
A pesar de lo dicho anteriormente, hay una cosa que Venancio sabe que ni se mide ni se pesa: son las impresiones y las sensaciones. Él muchas veces os medirá y os pesará con el ojo de buen cubero. Igual vuestros números son “buenos”, habréis subido o bajado lo esperado, pero él os dirá que no os ve bien. Y también os pasará lo contrario: quizá vuestros números no serán los deseados, pero os tranquilizará con un “no te preocupes, yo te veo bien”. Y es que, entre las aparentes excentricidades de Venancio, se trasluce que ya no es solo quitar importancia el peso o el centímetro, sino la importancia de sabernos valorar y mirar a nosotros mismos. Algo que realmente parece sencillo, pero que muchas veces pesa más en la báscula.