¿Os habéis fijado que las compañías lecheras como por ejemplo Pasqual, Asturiana… están empezando a comercializar productos (leches) de origen vegetal? Cada vez más gente es consciente de los daños en la salud que produce un consumo elevado y prolongado de los lácteos, sobre todo de la leche. El descenso de ingresos derivados de estas ventas les han obligado a trasladar su mercado hacía productos de origen vegetal más saludables. Por ejemplo de la leche Pasqual tenemos Vivesoy y de La Asturiana encontramos Alpro. Hasta el «Mercadona» siempre pionero en el marketing alimenticio (alimentos sin gluten y aviso de alérgenos) ya estaba enfocando hace unos años sus productos a estos nuevos cambios.
Es curioso observar como en los últimos diez años, el consumo de lácteos en el Reino Unido ha descendido un 40 % y en España es un 20 %, según datos recogidos por «El Observatorio de Consumo y Distribución Alimentaria del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino». El origen de todo este cambio social se produce probablmente a raíz de que cada vez más estudios eliminan los lácteos de una dieta equilibrada y sana. Uno de los responsables es la «Escuela de Harvard de Salud Pública «, EEUU.
A continuación, he recogido una serie de artículos y publicaciones que, sumada a mi experiencia personal, reflejan los 6 efectos más nocivos del consumo de leche:
1) Aumento de la mucosidad. Según un estudio de 2005 del “Journal of the American College of Nutrition” el consumo de leche de vaca aumentaba la mucosidad, sin determinar exactamente las causas y el origen de las mismas. Evidentemente yo tampoco lo puedo saber, pero si que he observado que quien ha seguido mis recomendaciones presentan menos mucosidades y se resfrían mucho menos. Esto sí que es una prueba empírica.
2) Descalcificación. La leche, evidentemente, es un producto alto en calcio, pero de nada sirve si no podemos asimilarlo. Estudios como por ejemplo el de la Universidad de Harvard (Nurses’ Health Study) publicado en 1997, nos explicaban que se hizo un seguimiento de casi 80.000 mujeres de edades comprendidas entre 32 y 60 años en un período de doce años. La conclusión de los investigadores fue que un mayor consumo de leche no evita la osteoporosis. Estudios más recientes demuestran que el consumo de leche aumenta el PH de nuestra sangre, para regular la acidez se desprende el fósforo de nuestros huesos y este elemento es necesario para mantener el calcio fijado a ellos. La consecuencia de este proceso, es que podemos tener problemas futuros en los huesos como por ejemplo osteoporosis. Encontramos el mismo problema con un consumo excesivo de proteínas cárnicas.
3) Aumento de la posibilidad de padecer cáncer. Según datos del Instituto Nacional de Cáncer (EEUU) publicados por la Universidad de Oxford, la industria láctea recurre a la hormona recombinante de crecimiento bovino (rBGH), la cual se inyecta a la vaca para que produzca más leche de la que podría dar de manera natural. Esto incrementa los niveles de otra hormona denominada factor de crecimiento insulínico (IGF-1), que se traspasa a la leche y está relacionada con el cáncer de próstata, mama y ovarios. De hecho, los países que tienen menor índice de cáncer, como China, son los que no consumen lácteos. (Fuente: CNN España). Las partes del cuerpo más débiles a estas sustancias son: Ovarios, próstata, pulmón, páncreas, testículos, mama y estómago. /
4) Grasas saturadas. Este caso afecta más a la leche entera, que contiene una cantidad enorme de grasas saturadas las cuales en un adulto normal no debería exceder del 5 % de las calorías diarias recomendadas, lo que viene siendo unos 18 gr de grasas saturadas. Con un vaso de leche entera, como vemos en la tabla inferior tenemos 12.6 gramos, así que casi copamos la ingesta máxima diaria recomendada según la Organización Mundial de la Salud.
5) Antibióticos y hormonas. Ya hemos explicado anteriormente que se inyectan hormonas a las vacas para producir mucha más leche. A eso hay que sumarle que los succionadores de leche les producen hemorragias en las ubres e irritación (mastitis). Por lo tanto, sangre y pus pasan a la leche, que necesita varios procesos para que sea “innocua” para el consumo. Éste dato ya se empezaba a recoger en un artículo publicado 1976, dónde se detectaron más de 60 tipos diferente de antibióticos en la leche de EEUU.
6) Difícil de digerir: A medida que nos volvemos adultos, nuestro cuerpo deja de producir lactasa una enzima encargada de digerir la lactosa. Por mucho que creamos que no nos afecta la digestión, sigue siendo muy pesada y crea un gran conflicto a nuestro sistema gastrointestinal.
A lo citado anteriormente, podemos añadir un par de cosas que yo considero lógicas, aunque puedan parecer polémicas, por las cuales el consumo de leche de vaca me causa desconfianza. En primer lugar no me imagino a un chimpancé bebiendo de la teta de un elefante. En segundo lugar, no hay mamífero que tenga un estado lactante perpetuo, en tercer lugar sigo sin encontrar ser vivo que no se destete y por último un alimento que necesita tantos procesos para su ser apto para su consumo me causa rechazo.
Como decía al principio del artículo, cada vez hay alternativas más sanas, como son las bebidas de arroz, soja, avena, almendra… No tienen tantas contraindicaciones, a pesar de que recientes estudios también empiezan a ser críticos con la soja, ya que debido al aumento de demanda mundial se usa soja transgénica para poder abastecer todo el mercado. Pero es un tema que merece un análisis aparte. Por lo tanto, mi recomendación es eliminar el consumo de leche de vaca y disminuir al mínimo exponente sus derivados.